jueves, 14 de octubre de 2021

CUANDO ME ACERCO A TI

 


Cuando me acerco a ti

Se aceleran las pulsaciones de mi corazón

Nerviosa estoy,

Y las piernas me tiemblan sin razón.

Las mejillas se sonrojan,

Mientras mis ojos dan un danzón.

Cuando me acerco a ti todo tiene color.

Números



 Tic tac, tic tac, son las seis y suena la alarma. Se Despierta, calla el reloj con su mano derecha, se levanta y se queda sentada al borde de la cama, se frota los ojos, estira un poco los brazos mientras da un bostezo, mete los pies dentro de sus pantuflas de conejo y se pone en pie. Chu, Chu, Chu, cinco pasos arrastrando los pies, aún está dormida, llega al baño que está frente a su cuarto y se asea. Chu, chu, Chu, son siete pasos desde el baño hasta el armario del cuarto, agarra la ropa con sus manos y la siente en el rostro, elije el vestido de algodón y zapatos de tacón. Pin, pin, pin, veinte pasos desde el cuarto hasta la cocina, prepara café, toma una taza y lo sirve. Pin, pin, pin, tres pasos desde el mesón de la cocina hasta la pequeña mesa para dos que está cerca a una ventana. Se pone cómoda, respira el aroma del café que agarra con sus dos manos mientras los primeros rayos de sol acaricia su rostro desde la ventana. Fiu, fiu, fiu, se asoma un pájaro a su ventana, le endulza la vida con su hermosa melodía y ella toma un trocito de pan que siempre está en el centro de la mesa y lo deja cerca a la ventana medio abierta para que el pequeño artista coma. Pin, pin, pin, son quince pasos desde la mesa de la cocina hasta la puerta de la calle, toma su bastón, su sombrero favorito, las llaves y gafas de sol que están en el perchero cerca de la puerta y sale. Pin, pin, pin, tan, tan, tan, plas, plas, plas, turun, turun, turun, son los distintos zapatos que escucha de las personas que pasan por su casa. Siente el calorcito del sol en su rostro al alzar la mirada al cielo. Se pone su sombreo y sus gafas, toma su bastón y da treinta pasos hasta su cafetería favorita que en realidad está como a tres casas de la suya. En el camino siente cambiar el ritmo del viento a causa de las personas qué pasan por su lado. Percibe un aroma dulce conocido, es rosa su vecina de al lado que ha sacado a pasear a patotas su perro, le puso ese nombre por que es pequeño y de patas grandes. Deben de ser las 7:30 de la mañana ya, ella es muy puntual a la hora de pasear a su perro. Su voz es delgada y algo dulce. – ¡buenos días Penélope!, que lindo sombrero traes, dice ella. – ¡buenos días rosa!, siempre tan puntual, hola Roco. Guau, guau, guau, se acerca patotas, se pone sobre sus patas traseras para pararse y saludar a Penélope. Le acaricia un poco la cabeza y se despide de ellos. Llega a su cafetería favorita y se sienta siempre en el mismo lugar, en la mesa que está al lado derecho de la entrada del local por que ahí siempre hay un pequeño jardín con flores preciosas, o al menos es lo que ella cree ya que no las puede ver, pero sus olores son tan peculiares y agradables a su olfato que definitivamente tienen que ser hermosas. A veces las toca con las yema de sus dedos con extrema delicadeza para no dañarles y así sentir su suavidad. En la cafetería siempre hay fila para comprar pues su postre mas vendido se llama bollos. Estos son tan dulces, a la vez con un toque de sal y suaves, se derriten en tu boca. Es difícil describir su sabor, se forma un sinfín de colores en la mente al sentirlos en la boca. Son los favoritos de Penélope, los que come cada día con un poco de leche fría a la misma hora desde hace dos años. Penélope puede saber si es hombre o mujer los que están en la fila por el sonido de sus zapatos, el olor de sus perfumes, el sonido de su voz. Aun su carácter por el timbre de voz al hablar, sus gustos, trabajos, si son felices o no, si tienen pareja o hijos. La fila siempre es un excelente escenario para socializar y así hacer corta la espera ya que a veces hay hasta cincuenta personas esperando día a día. Ella no puede ver, pero es muy sensible a su entorno, se hace una imagen en su mente de cómo es el lugar donde está, distingue colores por sus olores. Sabe cuando es verde por que lo relaciona con el olor fresco de los árboles, sabe que es café por el olor a húmedo de la tierra. Ella siempre encuentra la forma de aprender y conocer. Ella va a sentir la hora en el reloj de pulsera que siempre lleva en su mano izquierda. Ups! Hoy olvido usarlo. Pregunta la hora al camarero que trae en sus manos su pedido, lleva tanto tiempo visitando ese lugar que ya no es necesario preguntar lo que desea comer. -son las ocho dice él. Ella en su mente piensa “ ya es hora”. Justo empieza a comer cuando escucha el sonido de sus zapatos acercarse a la cafetería, siempre pasa por su lado y como siempre va un poco cogido de la tarde. Sabe quien es por el sonido que hace al caminar, lo hace un poco rápido y su voz está un poco agitada. Era Derek. Derek es un chico de uno ochenta de alto, atlético, cabello oscuro, lacio y corto, le gusta mucho vestir de traje y como es arquitecto, le sienta bien. El tiene su oficina a dos manzanas de la cafetería y todos los días arrima a comprar café, el postre famoso y dos bolitas de chocolate. Es un chico dulce, pero un poco torpe, sin embargo ha logrado mejorar con el paso de los años, le gustan los animales pero por su trabajo no puede tener ninguno. Derek le gusta mucho la arquitectura, fue el mejor de su clase y junto con dos compañeros de la universidad y mejores amigo fundó “creamos tu casa” y no le va nada mal. Ahora están a la espera de cerrar un negocio grande con una de las mejores empresas de la ciudad. A pesar de todas sus cualidades es un chico un poco solitario, pues se ha dedicado por completo a su empresa y desde hace muchos años no se interesa sentimentalmente por nadie. Penélope le escucha decir a Derek al llegar a la fila: -ups! Otra vez no. Era el 48 de la fila, ella lo sabía. Él siempre contaba las personas que estaban delante de él y ya iban tres veces que le tocaba de cuarenta y ocho, siempre lo decía en voz alta, por eso ella se enteraba. Ella sonrió al escuchar su desgracia, por que lo que para él era un mal día, para ella era el mejor, por que estaría ahí un buen rato. Él se percato de lo que sucedía, pues no pudo evitar escuchar el sonido de la sonrisa de Penélope. Se quedo perplejo al verla, ella era hermosa y eso que aun no se había quitado las gafas de sol. Penélope perdió la vista cuando solo era una niña de más o menos cinco años, a partir de ese momento tubo que ejercitar sus otros sentidos para no sentirse aislada de la sociedad. Ella vivía sola en la casa que le dejaron sus padres antes de irse al extranjero por cuestiones que se salían de sus manos, pero habían criado una chica muy valiente e independiente era lectora, todas las tardes iba a la biblioteca y les leía cuentos a los niños, ellos disfrutaban mucho de las voces que ella hacía. Ella es una chica de uno sesenta de alto, piel clara, cabello lacio, largo y negro, es un poco robusta pero de apariencia dulce. Derek olvidó por completo el mal día que estaba viviendo, el tiempo se detuvo y él solo pensaba en buscar la forma de acercarse a ella cuando de repente sonó el móvil. Rin, rin, rin. - ¿si? Respondió sin dejar de admirar su sonrisa. -Señor Derek la cita de las nueve se cancelo, la programaron para las tres de la tarde de mañana, le dijo su secretaria. -ok, llegaré a la oficina después de las doce, dijo Derek y una sonrisa se formo en su rostro. Llego su turno de ser atendido y al salir uso como escusa que no habían mesas disponibles para pedirle a Penélope compartir su mesa con él. - Disculpa me puedo sentar aquí, es que no hay mas mesas disponibles, dijo Derek (el mesero que sabia lo que estaba sucediendo, sonrió enternecido mirando la escena) Penélope sintió que el corazón le latía mas rápido, pero con tranquilidad le respondió -claro, mientras se quitaba las gafas de sol. -Me llamo Derek, mucho gusto. -Penélope, respondió ella. -Tienes una sonrisa muy bonita, (ella se sonrojo), perdona no quería ofenderte - No, es ofensa, respondió ella. En ese momento todo se detuvo, el cuadro sólo mostraba a Penélope y Derek compartiendo un momento mágico que muchas personas desean tener. Habían sonrisas, chistes, algunas lágrimas, pero era perfecto. Ella no sabías cómo era él físicamente, pero le estaba conociendo por dentro, era como si se estuviese sumergiendo en su ser para ver lo que muchos no logran al quedar atrapados en las apariencias físicas. Derek por su parte se sentía tranquilo y en paz, era como si ya la hubiese conocido desde antes, como si ella hubiera nacido solo para él, no había duda alguna de que podría llegar a amarle. No tenía que fingir, con ella todo era natural. En ese momento inició una hermosa amistad que con el pasar del tiempo se volvió amor. Ese lugar se convirtió en el lugar favorito de ambos, ¡claro que compartían otros espacios! Se habían hecho cómplices, amigos, amantes, incondicionales el uno para el otro. Pero ese era su lugar especial. El inicio de un excelente día para ambos. Dicen que el amor a primera vista no existe, pero las personas que están diseñadas para estar juntas se encuentran y se conectan de inmediato, solo basta una mirada, unas palabras o un momento que se vuelve eterno.

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